TODO DEBE IR A ALGUNA PARTE. En la naturaleza no existe desperdicio. Lo que se expulsa por un organismo como desperdicio, es tomado por otro como alimento. Teniendo en cuenta esta ley, cuando se vierte algo en la naturaleza, siempre hay que preguntarse: adónde va a parar?. Nada desaparece solo cambia de sitio.
LA NATURALEZA SABE LO QUE HACE. Todo cambio importante realizado por el hombre en un sistema natural, resultará probablemente, perjudicial para este sistema.
NO EXISTE NADA QUE NO TENGA UN COSTO. En ecología como en economía, no hay ganancia que no cueste algo. Como el ecosistema mundial es un todo conexo en el que nada puede ganarse y perderse, y no es susceptible de un mejoramiento total, cualquier cosa extraída de él por medio del esfuerzo humano debe ser reemplazado. El pago de este precio es inevitable; solo puede aplazarse. Estos cuatro principios básicos y por supuesto, el aporte de muchas otras disciplinas han contribuido a entender con mayor claridad los graves problemas ambientales por los que atraviesa el planeta tierra. La ecología recogiendo el pensamiento filosófico de los naturalistas de los siglos XVIII y XIX permite pensar el mundo como un sistema y estudiarlo como tal; rompe(desde el punto de vista filosófico) con la visión reduccionista de las ciencias actuales que estanquizan el conocimiento, pero se nutre de ellas.
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